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Mostrando entradas de marzo 16, 2008

Falta de fe en sí mismo

¿Acaso la santidad consiste en meterse en vida al santoral? Aquel que no cree en sí mismo es el más santo. El talentoso, el que no teme horrorizarse de su torturante mediocridad. La falta de fe en sí mismo es indispensable, indispensables esas tenazas de angustia, para que el cielo negro de la noche penetre en nosotros y nos rasgue las sienes con estrellas, para que irrumpan en el cuarto los tranvías. Sus ruedas atravesándote el rostro, para que la horca, horrible, viva, entre por la ventana, volando y bailando. Es indispensable cualquier fantasma sarnoso envuelto en sus raídos trapos teatrales, y si hasta los fantasmas son caprichosos, por dios, no lo son más que los vivos. Es indispensable, en el aburrimiento mortal, el miedo mortal a pronunciar las palabras y el miedo a afeitarse: como si a través de los pómulos creciera ya la hierba de las tumbas. Es indispensable delirar de pie, desesperarse, saltar al vacío. Tal vez sólo desesperado sea posible hablar