Dos de Noviembre

No quiero que mis muertos descansen en paz tienen la obligación de estar presentes vivientes en cada flor que me robo a escondidas al filo de la medianoche cuando los vivos al borde del insomnio juegan a los dados y enhebran su amargura Los conmino a estar presentes en cada pensamiento que desvelo. No quiero que los míos se me olviden bajo la tierra los que allí los acostaron no resolvieron la eternidad. No quiero que a mis muertos me los hundan me los ignoren me los hagan olvidar aquí o allá en cualquier hemisferio. Los obligo a mis muertos en su día. Los descubro, los trasplanto los desnudo los llevo a la superficie a flor de tierra donde está esperándolos el nido de la acústica. - poema que aparece en el libro "Los dones previsibles" (1992) de Stella Díaz Varín -