América Latina

"Las últimas semanas de junio, los latinoamericanos nos enfrentábamos a otra de esas añejas costumbres españolas inusuales en nuestros dominios: la emigración estival. En cuanto surgían los primeros rayos del verano —tardío fenómeno en la gélida Salamanca—, nuestros anfitriones se retiraban en masa a la Costa del Sol o a la Costa Dorada o a la Costa Brava o a cualquiera de esas playas-con-cemento que tanto disfrutan, y los latinoamericanos de Salamanca nos quedábamos al fin solos —bueno, en compañía de turbas de japoneses y de guiris—, calcinados en medio de las incandescentes piedras de Villamayor. En ausencia de nuestros amados y detestados referentes, las diferencias entre nosotros se volvían insoslayables: los argentinos se volvían más insoportables, los mexicanos más hipócritas, los venezolanos más torvos, los peruanos más melancólicos, los chilenos más incomprensibles, los colombianos más energéticos, los cubanos más… cubanos. Y la hermosa unidad latinoamericana se quebraba...