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Mostrando entradas de septiembre 10, 2017

América Latina

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"Las últimas semanas de junio, los latinoamericanos nos enfrentábamos a otra de esas añejas costumbres españolas inusuales en nuestros dominios: la emigración estival. En cuanto surgían los primeros rayos del verano —tardío fenómeno en la gélida Salamanca—, nuestros anfitriones se retiraban en masa a la Costa del Sol o a la Costa Dorada o a la Costa Brava o a cualquiera de esas playas-con-cemento que tanto disfrutan, y los latinoamericanos de Salamanca nos quedábamos al fin solos —bueno, en compañía de turbas de japoneses y de guiris—, calcinados en medio de las incandescentes piedras de Villamayor. En ausencia de nuestros amados y detestados referentes, las diferencias entre nosotros se volvían insoslayables: los argentinos se volvían más insoportables, los mexicanos más hipócritas, los venezolanos más torvos, los peruanos más melancólicos, los chilenos más incomprensibles, los colombianos más energéticos, los cubanos más… cubanos. Y la hermosa unidad latinoamericana se quebraba

John Carpenter

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"Mi método consiste en apropiarme de cualquier película, se trate de un encargo o de un proyecto personal. Así, por lo menos, si cometo errores serán mis errores. Crecí en una época en la que se creía en el cine como en la expresión de una visión personal, única. Aunque tomé prestadas las palabras de otro, lo que ofrezco es mi propia visión del mundo. En cambio, la tendencia actual es homogeneizar la visión en función de una fórmula, de manera tal que predomine la versión del público. Ya no hay más relieves ni asperezas, el cine es insípido y chato como la música ambiental. Es el triunfo del happy end obligatorio. La película ya no reflieja la personalidad de un individuo, sino el gusto medio del público. Aunque eso no es un mal en sí mismo. Titanic es el ejemplo perfecto de esas películas creadas por el público para comar sus aspiraciones emocionales. Y hace falta un buen cineasta para lograrlo. Pero yo sería incapaz de hacerlo. Me atengo a mi propia visión de las cosas."

The Great Train Robbery

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"El gran robo al tren", considerado el primer western de la historia del cine, cuenta el robo de un tren tras el que los cuatro artífices son apresados y mueren a manos de una partida de hombres comandados por el sheriff. El elemento clave de esta película es la sensación de realidad que se manifiesta de diferentes maneras. Si en la "Llegada del tren" (1895) de Auguste y Louis Lumiere una locomotora se dirigía hacia los epsectadores y amenazaba con traspasar la pantalla, aquí el jefe de los bandidos (Barnes) mira directamente a la cámara y descarga su revólver sobre el público. Según el catálogo de la empresa, esta inquietante imagen podía colocarse al comienzo o al final de la película: como primera image, sería una manera fácil, aunque brusca, de presentar al protagonista; como epílogo, es una imagen que se aparta un momento de la narración y su inusual tamaño (un plano medio corto) establece un fuerte contraste con todas las escenas previas, rodadas con tomas má