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Mostrando entradas de noviembre 13, 2016

Chores

El otro día en la noche fui a La Florida al cumple de una amiga en un pub-bar-karaoke-bailable o algo así. Aquel día había llegado a mi casa cansado después de un arduo día de trabajo, tome once, me tiré en el sillón y me quedé dormido. Cuando desperté ya era tarde, onda como a las 23, así que me levanté y me fui al cumple. Por suerte agarré el último metro y después la última micro, voy llegando al lugar ya animado, dispuesto a tomarme una piscola y saludar a mi amiga, voy entrando, paso por entremedio de 2 guardias y de repente escucho, "heyyy, oye tú" me doy vuelta, pensé que se me había caído algo, le pregunto "¿Qué?", me apunta con el dedo la piernas y me dice "los pantalones", y yo: "¿Qué pasa?". Y ahí se me acerca y me dice "no se puede entrar con pantalones cortos". Y yo no sé que cara puse´, pero dijo el tremendo "¿QUEEEEEEEEEE!!!!?". "No podís entrar con esa pinta" me dijo el otro guardia, digámosle guardia

Gryozy

Vi una película antigua rusa: "Gryozy" (1915) de Yevgeni Bauer. Es una peli corta, de 37 minutos, y sin ser una gran obra tiene una particularidad no menor.  Primero decir que cuando cayó el muro, en el ahora lejano 1989, se rescataron muchas películas rusas de la época zarista, prerevolución, porque se consideraban fomes comparada con toda la otra revolución que trajo la teoría del montaje comandada por señores como Eisenstein. En fin, se descubrieron cosas interesantes como  la película que vi. La historia parte con un hombre a quien se le muere su amada, el tipo está muy afectado y corta su trenza como recuerdo, la guarda en su habitación para acariciarla y olerla. Luego un día, apesadumbrado caminando por la calle, ve de pronto a una joven muy parecida a su difunta esposa. la sigue y resulta ser una actriz, la conquista y la lleva a su hogar, obsesionado trata de vestirla como su antiguo amor, aunque de a poco se da cuenta que la chiquilla en realidad es muy superficial

El programa de Bartlebooth

"De este modo quedó organizado concretamente un programa que se puede enunciar sucintamente del modo siguiente: Durante diez años, de 1925 a 1955, se iniciaría Bartlebooth en el arte de la acuarela. Durante veinte años, de 1935 a 1955, recorrería el mundo, pintando, a razón de una acuarela cada quince días, quinientas marinas de igual formato (65 x 50, o 50 x 64 standard), que representarían puertos de mar. Cada vez que estuviera acabada una de estas marinas, se enviaría a un artista especializado (Gaspar Winckler) que la pegaría a una delgada placa de madera y la recortaría, formando un puzzle de setecientas cincuenta piezas. Durante veinte años, de 1955 a 1975, Bartlebooth, de regreso en Francia, reconstruiría, siguiendo su orden, los puzzles así preparados a razón, una vez más, de un puzzle cada quince días. A medida que se reconstruyeran los puzzles, se reestructurarían las marinas, de tal manera que pudieran desplegarse de su soporte, trasladarse al lugar mismo en el