Rabia en la garganta, belleza en el eco

"Don Diego Barros Arana, que publicó dos mil ejemplares de la Historia General de Chile, sólo vendió trescientos. En 1929, don José Toribio Medina publicó quinientos ejemplares de las Cartas de Pedro de Valdivia; no vendió ninguno. En 1900, Sotomayor Valdés regaló al Ministerio de Hacienda la edición íntegra de la Historia del gobierno de Prieto. No había logrado vender ningún ejemplar. Estos datos, junto con los referentes a las obras literarias, deberán tomarse en cuenta cuando se escriba la historia de la cultura chilena. (Posteriormente, el autor ha comprobado que las obras literarias habían tenido bastante mejor suerte que las históricas. Antes de aparecer la tercera edición de Casa Grande, don Luis Orrego Luco había vendido treinta mil ejemplares de esa novela. Así consta en la tercera edición)." - Extracto del ensayo "Acerca de la literatura chilena", publicado por primera vez en Revista Atenea N°68, octubre de 1930 y compilado en el libro de Editorial L

Auxilio pido al más poeta y al más sabio superior no me alcanza mi inferior para componer mi letra; quiisera ser un cometa que al mundo cause desvelo mas para emprender el vuelo la cuerda se cortó y hoy día pregunto yo: ¿cuántas leguas hay al cielo? Hoy día pregunto yo a los más sabios y autores: ¿cuánto fueron los colores que Dios a este mundo echó? ¿Cuántos árboles plantó de la cordillera al mar?, y en el famoso Jordán ¿cuál fue el primero que anduvo? ¿cuál fue el último que estuvo en Paraíso de Adán? ¿Cuál fue la primera guerra que perdió el rey del engaño? ¿Cuántos cambios tiene el año? ¿qué grueso tendrá la tierra? Cuéntenme lo que se encierra en lo falso y verdadero; en los días de aguacero ¿cuántas gotas caerán? y en la cima de un volcán ¿qué animal pastó primero? Quisiera al punto saber pa completar mi fortuna ¿Cuántas vueltas da la luna? ¿cuánto se tarda en nacer? del sol al resplandecer sus rayos al declinar si se le podrá encerrar apagando su vapor? qué diga el primer

"El humor es la base misma de mi trabajo. Y sin embargo, nunca estuve demasiado dotado para hacer reír a la gente. Cuando era chico, era demasiado tímido como para eso. Trataba de hacer dibujos graciosos o pequeños films en Super 8, pero nadie se reía. Tenía un humor muy retorcido... Cuando tenía nueve o diez años me pasaba la vida inventando historias para chicos más chicos. Por ejemplo, tiraba pedazos de madera y de chatarra en el fondo de un parque, marcaba el pasto con huellas extrañas y les hacía creer que una nave espacial se había estrellado ahí. Otra vez, tiré un poco de ropa en la pileta de nuestro vecino y les conté que había visto a un chico caer al agua y disolverse, que no habían quedado más que sus ropas (risas)... Hacía grandes esfuerzos para enganñarlos. Pero no lo hacía por crueldad... Sin embargo, nuestra vecina me tomó un odio mortal por haber asustado a su hijo. Con un amigo, habíamos organizado una pelea falsa, en la que terminé cubierto de sangre falsa, con