El chacotero sentimental


Vi "El chacotero sentimental" (Cristián Galaz, 1999). Una película que fue en su momento todo un suceso, como lo fue también el programa radial del Rumpy en que se inspira. Finalizando el siglo XX se transformó en la película chilena que más público llevó al cine (más de 800 mil espectadores) destronando a la penquísima "Ayúdeme Ud compadre" (Germán Becker, 1968). Casi 20 años después se sitúa en cifras bajo "Sexo con amor", "Sin filtro" y las películas de Kramer. Pero esta marca la transforma en una película icónica que ahora vista con distancia no ha envejecido muy bien, pues todo lo que vemos fue luego adoptado por series nocturnas televisivas agotando el recurso picaresco. La música fue compuesta por Carlos Cabezas.
La película consta de 3 historias:
"Patas negras" que apela a la anécdota y a la comedia de manera simple aunque efectiva. Una historia de infidelidad que agoniza gracias a los azares de la vida. Lo más rescatable es ver la capacidad cómica de una dupla que hallo increíblemente graciosa: Fernando Farías y Myriam Palacios y me encanta Lorene Prieto como calienta sopa. Salvo eso no hay mucho más que destacar.
Luego está el episodio "Secretos" que es la historia más dramática, trágica incluso, sobre la relación turbia entre 2 hermanas y su padre. Es demasiada teatral en su interpretación lo que genera cierta distancia y tiene un trabajo de cámara más rebuscado, aunque no por eso más eficaz. Genera por lo menos un cambio de tono en la película en general.
Y la tercera "Todo es cancha" es la mejor lograda, porque aunque apela a la comicidad de la situación, bordea el tema de la vivienda social y la dignidad de tener un espacio para la intimidad. Me gusta la relación entre los personajes de Pablo Macaya y Tamara Acosta, creo que hay momentos de mucha verdad. Grabado en la población El Volcán de Puente Alto, da el ambiente necesario para esta historia que muestra el problema de una pareja de allegados que no puede tener sexo por problemas de privacidad.
En resumen una película que es parte ya de la cultura popular a pesar de los años, generó que la gente volviera a las salas a ver cine chileno con temas que abordan al chileno promedio y es simpática, no es una película tonta, aunque tampoco es de gran profundidad. Meritoria por su sola existencia, aunque ahora el cine chileno va por otros caminos, principalmente dos, uno más comercial, un hijo monstruoso de lo que fue el chacotero, aunque con menos respeto a sus personajes y al público, y por otro lado un cine contingente, con personajes más marginales, pero más trascendente. 
Una película bisagra en la historia del cine chileno.

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