Cuando en realidad

Hablar de después
cuando en realidad,
como comida en la garganta,
avanza la mecha
hasta la bomba de tu espectro.

Derrumbar la tristeza
cuando en realidad
llueve todo un invierno
y quema todo un verano
con un intermedio de hojas
y otro intertanto de abejas.

Censurar el vino
cuando en realidad
es el vinagre
con que se amarga el corazón
el que opaca los sabores y los tiempos.

Ahorrar saludos
cuando en realidad
es ese gesto pobre y ritual
el comienzo de las historias,
cuando en realidad
no hay más que esos movimientos torpes
que quedan en uno y otro.
Y las historias chocan, pero siguen
chocan, pero avanzan,
como comida en la garganta,
hasta el centro de algo
o hasta los extremos de nada.

Sólo un saludo
que no ahuyentará la tristeza
ni endulzará los tiempos.
Un saludo sin vergüenza
que profundizará las arrugas
y mecerá el aire
que espiará nuestros pulmones
buscando alguna pista
sobre el porqué no detenerse.