Fogwill

"Te dan el sistema de la moda y de los lenguajes, todo organizado. Al ser un proceso económico, también son jibarizadas las señales, los signos: está todo en escala. Entonces el tipo que está formado en eso, que se maneja con gran habilidad en las señales sociales contemporáneas, no puede ver más que lo que le mostraron. Supongamos que ese tipo sea un jugador de golf. Si ese tipo llega a ir a un club de polo o a un club de náutica, está en pelotas respecto a qué ropa tiene que comprarse, porque de ese sistema tan ínfimo no puede deducirse nada. Yo sabía mucho de barcos y un día decidí ser guitarrista. Fui a comprar una guitarra, el tipo me ofrece una y yo le digo: "No, me gusta más esta". "¿Y usted qué sabe de guitarras?", me increpó. "Nada" le dije, "pero sé de cosas". El sistema económico de difusión de signos simplifica este tema y lo transforma en un codiguito. Antes, en cambio, era un lenguaje complejo que no terminaba de configurarse nunca. Como esa historia de dos tipos en una isla, contándose chistes que deciden numerar. Arman un código, que ni siquiera llega a retener la complejidad del lenguaje: si hay sexo, ponen uno; si hay loros, dos; tropiezos, tres. Entonces, para no cansarse, cada tanto uno dice: "Dos, cinco, diez, seis". Y se ríen. Hasta que de repente uno dice: "Catorce, cuatro, uno, cinco, siete, diez mil, cien", y el otro se ríe más que nunca. "¿Por qué te ríes tanto?", le pregunta. "Porque ése no se me había ocurrido."
- El escritor Rodolfo Fogwill en entrevista a la revista "Los Inrockuptibles" (Diciembre, 1998) -



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