Gryozy

"1989 fue un año de glásnost o apertura en la historia del cine y en la política de los países de la Europa del Este. Las películas rusas anteriores a la revolución de 1917 habían caído en el olvido desde los primeros días de la Unión Soviética; no se habían perdido necesariamente, pero su estética se identificaba de manera inevitable con una cultura burguesa que las condenaba a dicho olvido. Había también una buena excusa: el cine constructivista se basaba en un montaje agresivo y un dinamismo visual que nada tenía que ver con el cine de la época zarista, lento y compuesto de una sucesión de tomas muy largas e intertítulos. Pero lento no significa aburrido, como demuestran las películas de Evgeni Bauer, al que hoy en día se considera uno de los grandes directores de su época. Daydreams es, posiblemente, el mejor ejemplo de su estilo: un uso magistral de la profundidad de campo, una iluminación poderosa y unos preciosos trávelin en un tiempo en que el movimiento de la cámara no era nada habitual. Para el espectador moderno es sobretodo un cuento asombroso: un hombre (Vyrubov), destrozado por la muerte de su esposa, guarda como recuerdo su larga trenza. Entonces se enamora de una actriz (Chernobaeva) que se parece a su difunta mujer (aquí tenemos un antiguo Vértigo), pero al poco descubre que en realidad es una criatura falsa y superficial. En un arranque de ira, estrangula a su amante con la trenza de la que había sido su verdadero amor. Necrofilia, misticismo y abstracción convergen en la última toma, digna del cuento gótico más estremecedor."

- Extraído del texto de Paolo Cherchi Usai que aparece en el libro "Momentos clave. 100 años de Cine" -


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