The Killing of a Sacred Deer

"The Killing of a Sacred Deer" (2017, Yorgos Lanthimos)
El director de las polémicas "Dogtooth" y "The lobster" llegó a las salas chilenas con su último trabajo. Una película extraña que enfrenta a la ciencia y la fe en un ambiente de extrañeza.

Una familia acomodada no tiene mayores problemas, el padre de familia Steven Murphy (Colin Farrell), un cirujano que vive con su bella esposa Anna (Nicole Kidman) y sus dos hijos Kim y Bob.
El Dr. Murphy tiene una relación un tanto paternal con el joven Martin (Barry Keoghan), de a poco descubrimos que es el hijo de un paciente que murió en una cirugía con el Doctor. Hay una culpa que Steven trata de subsanar, y por su parte Martin trata de emparejar a su madre viuda con el doctor no teniendo buenos resultados.
El film se va poniendo cada vez más denso aunque no existan razones, pero en un momento esa atmósfera pesada adquiere un tono sobrenatural. Bob un día no puede caminar, Martin le dice entonces al Doctor Murphy que sus hijos y su esposa morirán para pagar la muerte de su padre explicando los síntomas que irán ocurriendo, para detener esta maldición el Dr Murphy deberá matar a uno de su familia. Obviamente no le cree, pero los hechos comienzan a ocurrir tal como Martin lo dijo. No contaré más.
Difícil no recordar por la tensión, la violencia tranquila y la crítica a la burguesía, a la increíble "Funny Games" (1997, Michael Haneke) y también visualmente a "The shining" (1980, Stanley Kubrick), acá Bob es muy parecido a Danny "Redrum" y tiene sentido porque al director le gusta trabajar en espacios cerrados y crear universos con leyes propias. Los encuadres y los travelling son muy trabajados, la cámara no es siempre invisible, pareciera mostrarnos los hilos con que hilvana toda esta demencia.
La película ha generado posturas encontradas, algunos la odian, la encuentran absurda, ridícula y con falta de emoción. Otros por su parte la hallan genial, como es mi caso, y no sólo por la experiencia sensorial de verla en el cine con una imagen de tratamiento quirúrgico, como en la primera escena, y sonidos a ratos molestos; sino que por considerarla una patada en los cocos a una clase acomodada que no sabe como enfrentar los problemas cuando las cosas se salen del cauce y no pueden ni entender ni pagar para solucionarlo. El desmoronamiento de sus actitudes políticamente correctas alcanza incluso a los niños que exhiben su individualismo descarnado cuando ven que se viene el sacrificio
Da mucho para hablar, tiene algo de esa burla Buñueliana. De entre lo mejor que he visto este año.


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