Tiburón

"Con el paso de los veranos, ya sabía cuando aparecería en la playa el tipo de los afiches de las películas. Entonces no me metía tan adentro del mar y, al verlo llegar, nadaba rápido de vuelta a la orilla ayudado por el impulso de las olas, y corría a ver que película estrenarían. Mi abuelo ni alcanzaba a silbarme.
Una tarde fue distinta y apareció escrito "Tiburón" en un poster que mostraba a un enorme escualo con afilados dientes a punto de tragarse a una bañista. Bastó que alguien señalara el afiche y que se empezara a correr el rumor, y de ahí al escándalo sólo pasaron minutos. Se desató la histeria masiva en la Playa Chica de Las Cruces. El salvavidas con el megáfono y el silbato trataba de tranquilizar a la gente, el sujeto encargado del afiche a pura garganta gritaba "¡Es sólo una película!", pero las abuelas corrían despavoridas, hubo desmayos, los padres desesperados trataban de sacar a sus hijos del agua. Llegó bomberos, carabineros y la guardia marina. Hubo quejas contra el municipio y al día siguiente la playa estaba prácticamente vacía (¡con bandera verde!) y tanto la playa chica como la playa grande de Las Cruces tuvieron por ordenanza municipal carteles señalando "En esta playa no hay tiburones".
Ese impacatante afiche de Tiburón fue una mala idea en el lugar menos indicado, pero hizo que ese verano la película fuera la más vista durante tres meses seguidos en el Litoral. Llegó a tal punto la influencia de Tiburón, que mi abuelo me contó que verla formaba parte del curso de entrenamiento de los aspirantes a nuevos salvavidas de la zona."

- Del relato "Los gruñis" que aparece en el libro "Tracking" de Gonzalo Frías -



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