Buñuel y directores de Hollywood

"Un día, recibí de George Cukor una invitación a comer, invitación extraordinaria, pues no le conocía. Invitaba también a Serge Silberman y Jean-Claude Carrière, que estaban conmigo, y a mi hijo Rafael, que vive en Los Ángeles. Irían también, nos decía, “varios amigos”.
Fue una comida extraordinaria. Llegados los primeros a la magnífica mansión de Cukor, que nos recibió calurosamente, vimos entrar, medio llevado por una especie de esclavo negro provisto de poderosos músculos, a un viejo espectro vacilante, con un parche en el ojo, a quien reconocí como John Ford. Nunca habíamos coincidido. Con gran sorpresa por mi parte, pues creía que ignoraba hasta mi existencia, se sentó a mi lado en un sofá y dijo alegrarse de mi regreso a Hollywood. Me anunció, incluso, que preparaba una película –a big western-, cuando habría de morir pocos meses después.
En este momento de la conversación, oímos el arrastrarse de unos pasos sobre el parquet. Me volví. Hitchcock entraba en la sala, todo rechoncho y sonrosado, y se dirigía a mí con los brazos extendidos. Tampoco le conocía personalmente, pero sabía que en varias ocasiones había cantado públicamente mis alabanzas. Se sentó junto a mí y, luego, exigió estar a mi izquierda durante la comida. Con un brazo pasado sobre mis hombros, casi echado sobre mí, no cesaba de hablar de su bodega, de su régimen (comía muy poco) y, sobre todo, de la pierna cortada de Tristana: “¡Ah, esa pierna…!”
Llegaron luego William Wyler, Billy Wilder, George Stevens, Rouben Mamoulian, Robert Wise y un director mucho más joven, Robert Mulligan (…). Se celebraba en mi honor una extraña reunión de fantasmas que nunca se habían encontrado así reunidos y que hablan todos de los good old days, de los buenos tiempos. De Ben-Hur a West Side Story, de Some like it hot a Notorious, de Stagecoach a Giant, cuántas películas alrededor de aquella mesa…
Después de la comida, alguien tuvo la idea de llamar a un fotógrafo de prensa para que tomase el retrato de familia (…). Desgraciadamente, John Ford no figura en ella. Su esclavo negro había ido a buscarlo en medio de la comida. Nos dijo débilmente adiós y se marchó para no volver a vernos más, tropezando con las mesas."
- del libro "Mi último suspiro" (1982), autobiografía de Luis Buñuel -


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