Del Big Bang
El átomo primitivo
se expandió y fue el Universo
como quien escribe un verso
sin verbos ni sustantivos.
Fue urgente y definitivo
como un poema de amor,
que a oscuras y sin color,
y en ciento ochenta segundos
se hirió de parto fecundo
mientras vibraba el dolor.
En un punto acurrucada
la madre naturaleza,
escondiendo su belleza
de energía desbocada,
pulsó la nota soñada
que la sedujo a bailar
y de alegría estallar
en variedad de bariones:
Quarks, protones y electrones,
firmamento para armar.
En profundo compromiso
el tiempo soltó su anillo
y el espacio antes ovillo
desató su pelo liso.
El conjuro se deshizo
la luz ya no fue cautiva,
radiante como una diva
millones de años viajó
y a mi ventana llegó
tiritando, pero viva.
La casualidad estaba
buscándose con la ciencia.
Muy cerca de la paciencia
el saber ya lo esperaba.
La pollerita que usaba,
esa luz tan antigua y honda,
fue atrapada en una sonda
tras mucha investigación
que la llamó radiación
de fondo de microondas.
Y hay algo que me apasiona
en toda esta explicación;
una profunda emoción
que conmueve y alecciona,
que estimula y direcciona
como solo hace la ciencia,
dedicada con paciencia
a entender el Universo
y envolverlo con el verso
más dulce de la conciencia.
- Décima de Marcia Henríquez Bustamante que aparece en el libro "Ciencia en décimas para Violeta" (2017) -
Ilustración: Paula Bustamante
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