Poema de las manos muertas

Toma mi mano, este hueso que estará un día podrido.

Apriétala, ponla sobre tu corazón mientras dura la noche.

Con ella escribo esta estrofa muerta, reviento una mariposa cada mañana.

Con ella te digo adiós, pájaro viejo.

Mira mis manos. Sólo así comprenderás mi tristeza.

Si te rompieran el corazón, si te comieran el cerebro, tendrías estas mismas manos

coronadas de aire invisible, de pámpanos muertos. Con ellas beberías

la sopa enlutada del invierno, rodeado de escarabajos y de hijos.

Perro nuestro que estás en los cielos, ¡defiéndeme estas manos!

Que no se cubran de gusanos sino en la hora

en que los hurones levantan sus patas al atardecer, y otras

manos escriban : “fue un extraño salvaje en la tierra”.

Encontrarás mi mano sobre el velador alguna noche,

rodeada de carbón, incapaz de abrazar tu cintura,

agarrando la sombra, el tabaco

del cigarro funeral en el viento. En mi rostro -despiadado y distante-

hallarás sólo una pagoda de hueso, el resto

de una verdad enterrada.


- Poema de "El libro de los astros apagados" (1965) de Mahfud Massis - 





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