Benjamín Christensen

Un miedo escénico extremo impidió al danés Benjamín Christensen seguir la carrera de cantante de ópera. Así que canalizó sus sentimientos de inquietud e incomodidad hacia el cine. Su primera película, "Det hemmelighedsfulde X" (1914) es un impresionante melodrama que utiliza complicadas iluminaciones y composiciones para crear una constante atmósfera de desesperación y malos presagios. Christensen fue igualmente aplaudido por el thriller "Hævnens Nat" (1916) y después desapareció durante seis años.

Reapareció con "Häxan" [La brujería a través de los tiempos] (1922). Esta película, en parte documental sobre la creencia supersticiosa en la brujería y su represión por la Inquisición, y en parte narración ficticia de historias populares, contiene meticulosas descripciones de instrumentos de tortura, fantasmagóricas recreaciones de leyendas locales y un orgiástico aquelarre presidido por un maligno Satanás, interpretado por el mismo Christensen. Una vez más, la atmósfera del filme se basa en el uso de la iluminación, los primeros planos y las imágenes superpuestas.

La polémica fama de Häxan permitió a Christensen trasladarse a Hollywood, donde realizó una serie de películas de terror muy destacables, de las que solo parece haber sobrevivido "Seven Footprints to Satan" (1929), y se ganó un puesto en el panteón de maestros del terror. Tras la llegada del sonido, Christensen regresó a Dinamarca, donde dirigió varias películas notables, como la sensible "Skilsmissens børn" (1939), concebida solo para adultos. Esta trayectoria confirma la unidad de su obra, una de las primeras en establecer incómodas conexiones entre las descripciones directas de la maldad y las estilizadas sugerencias de que el mal es sólo otro punto de vista.


- del texto de Ernest Mathijs del libro "501 Directores de Cine" -



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