Despedida

 DESPEDIDA


Me despido de mi mano

que pudo mostrar el paso del rayo

o la quietud de las piedras

bajo las nieves de antaño.

Para que vuelvan a ser bosques y arenas

me despido del papel blanco y de la tinta azul

de donde surgían los ríos perezosos,

cerdos en las calles, molinos vacíos.


Me despido de los amigos

en quienes más he confiado:

los conejos y las polillas,

las nubes harapientas del verano,

mi sombra que solía hablarme en voz baja.


Me despido de las virtudes y de las gracias del planeta:

los fracasados, las cajas de música,

los murciélagos que al atardecer se deshojan

de los bosques de casas de madera.


Me despido de los amigos silenciosos

a los que sólo les importa saber

dónde se puede beber algo de vino,

y para los cuales todos los días

no son sino un pretexto

para entonar canciones pasadas de moda.


Me despido de una muchacha

que sin preguntarme si la amaba o no la amaba

caminó conmigo y se acostó conmigo

cualquiera tarde de esas que se llenan

de humaredas de hojas quemándose en las acequias.


Me despido de una muchacha

cuyo rostro suelo ver en sueños

iluminado por la triste mirada

de trenes que parten bajo la lluvia.


Me despido de la memoria

y me despido de la nostalgia

-la sal y el agua

de mis días sin objeto -

y me despido de estos poemas:

palabras, palabras -un poco de aire

movido por los labios- palabras

para ocultar quizás lo único verdadero:

que respiramos y dejamos de respirar.


- del libro "El árbol de la memoria" (1961) del poeta chileno Jorge Teiller -   




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