Sherlock Jr.

Hacia 1923, Buster Keaton era tal vez el actor más diestro físicamente del aún nuevo Hollywood. Su tercer largometraje bajo Keaton Productions fue "Sherlock Jr.", una fantasía de ritmo preciso sobre un joven proyeccionista de cine al que el padre de su novia acusa injustamente de robo. En una primera secuencia de unos tres o cuatro minutos de ritmo trepidante, el personaje de Keaton escapa de su cuerpo dormido en la sala de proyección, cruza el patio de butacas, se sube al piano y se mete a la película que está proyectándose. En una rápida serie de tomas lo vemos rodeado de gente en un salón, en el porche de una casa, en una ajetreada calle, en lo alto de un acantilado, rodeado de leones, entre unos cactus y un tren en marcha, sobre una roca en el mar, en mitad de la nieve y otra vez en el jardín. Es una secuencia brillante que explota la fluidez que proporciona el montaje y su ilimitada capacidad para unir imágenes completamente dispares y formar un todo uniforme.

Como prueba de la admiración de la intelligentsia vanguardista europea, René Clair comparó la película con la obra de Luigi Pirandello "Seis personajes en busca de un autor". Unos 60 años después, Woody Allen tomó prestado el concepto de "El moderno Sherlock Holmes" y lo utilizó cariñosamente en su magnífica "La rosa de la púrpura del Cairo".


- texto que aparece en el libro "Momentos clave. 100 años de Cine" -


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