¿Tienes pena?

Hijos, esto es un desastre, estamos arrasados. La mamá está cada día más enferma y ya no sabemos qué hacer. En la clínica nos siguen ofreciendo sesiones de quimio con drogas más fuertes, pero últimamente nos miran con menos esperanza. Yo estoy aterrado y eso que soy el papá, ni me imagino cómo estarán ustedes, cómo estarás tú que eres la más chica. Cuéntenme cómo están. Nos tenemos que mantener juntos y comunicados, no hay que guardar silencio. Si tienen preguntas, háganlas; si quieren llorar, lloren. Si alguien quiere empezar a despedirse, que se despida. El otro día íbamos en el auto y la mamá me pidió que me estacionara en la berma. Sabía que iba a decir algo terrible, pero ella insistió. Estoy destruido, necesito que todos sepamos bien qué está pasando. La mamá dijo que está cansada, sabe que se va a morir en poco tiempo más. Me dio algunas instrucciones, nos tomamos de la mano, lloramos un poco. Yo quiero que ustedes estén preparados y disfruten sus últimos meses. Me encantaría decirles que el tratamiento avanza y que vamos bien, pero no es así, eso sería mentirles y no hay tiempo para mentiras. Chiquillos, se nos acaba el tiempo. Hace algunos meses le hicieron ese examen que mide la actividad de las células cancerígenas en la sangre. ¿Se acuerdan? Lo normal es tener un índice entre 0 y 50, la mamá tenía 3000. Luego del tratamiento bajó a 58, no saben lo contentos que nos pusimos. Ese día salimos de la clínica y no quisimos subirnos al auto, anduvimos por el Paseo ahumada. Caminamos harto rato de la mano, felices, yo quería gritar y tomarla en brazos para que toda la gente que estaba ahí supiera que estaba sana, que mi mujer estaba sana y no se iba a morir. Esta semana le volvieron a hacer el examen y ese índice que había bajado subió a 4300. Estamos perdidos, niños, ya no se puede hacer nada. Hemos averiguado qué sigue y va a ser más o menos así: la mamá va a vomitar cada vez más, más que las dos veces diarias de estas semanas. Quizás pase después de cada comida hasta que su cuerpo no retenga nada y esté débil. Los tumores van a seguir creciendo y le va a doler porque presionarán los órganos. Continuaremos usando morfina, tal vez haya que aumentar la dosis. Eso va a hacer que la mamá duerma bastante y pase gran parte del día en cama. Habrá que ir variando los lugares del cuerpo en que la pinchemos, pronto vamos a probar en los muslos, dicen que ahí no duele tanto y se absorbe bien. Todos tenemos que saber pinchar en caso de que pase algo malo. No te preocupes, yo te voy a enseñar a ti, vamos a ensayar en una naranja, no es tan difícil. Quizás hacia el final la mamá ya no nos reconozca porque el doctor nos explicó que los tumores empiezan a hacer que todo adentro funcione mal y se produzcan unas toxinas o no se filtren las toxinas. Entonces unos días va a estar dormida, después va a hablar poco, en algún momento le costará conversar y ya al último puede que no hable. Adelgazará, tendrá poca fuerza, pero no se va a morir en un hospital. Ella no quiere eso, así que le daremos los cuidados que necesite acá. Traeremos oxígeno si hace falta y modificaremos la cama para que esté más cómoda. Yo le voy a construir un soporte al suero, siempre me gustó hacer esas cosas. Creemos que va a ser así, y es bueno que lo sepan, que digan lo que tengan que decir, que se enojen si tienen rabia. Por favor no nos alejemos, vivamos esto juntos. Tú, que todavía eres chica, no estés tan callada. ¿Tienes pena? ¿Estás enojada? ¿Sientes miedo porque la mamá se va a morir?

Eso habría sido bueno que dijera mi papá, o eso me habría gustado, pero no pasó.


- extracto de "Ella estuvo entre nosotros" (2019) de Belén Fernández Llanos -




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