As I Was Moving Ahead Occasionally I Saw Brief Glimpses of Beauty

 As I Was Moving Ahead Occasionally I Saw Brief Glimpses of Beauty (2000, Jonas Mekas)


El creador de origen lituano, cercano a sus ocho décadas y en pleno cambio de siglo, despliega un trabajo de casi cinco horas con material de archivo personal que utiliza para filosofar sobre la vida y el cine. Nos habla desde su sala de montaje, mientras toca acordeón, mientras nos relata la llegada del año nuevo en su soledad rodeado de recuerdos que pega sin orden aparente.

Desde los años sesentas hasta los noventas vemos crecer a sus hijos, vemos la nieve en Nueva York, sus picnic, sus brindis con sus amistades a quienes ama profundamente. "La última película Dogma antes del nacimiento Dogma" como la describía él mismo.


Mientras se ríe, insiste en comentarnos que esta película no tiene una historia, dándonos permiso para distraernos. Nos dice también que la vida son todas estos momentos intrascendentes que pasan ante nosotros. Un rayo de luz sobre la mesa, una carcajada sin motivo, un árbol de navidad, alguien jugando con un fósforo encendido. Miles de imágenes que no nos quieren decir nada, pero que están ahí para nosotros. Todos nos parecemos en este absurdo existir de inevitable intrascendencia.


Pareciera que para Mekas, el cine y la vida fueran algo similar, una magia que se entrecruza mientras volteamos la vista y nos acomodamos en las butacas o en el sofá. Mekas apuesta a esos breves destellos de belleza mientras la cámara respira ese oxígeno que es el mismo para todos, y nos confundimos, y creemos que algunas imágenes y pensamientos son nuestros. Y tal vez son nuestros también, y he ahí la puñalada noble de Mekas que nos hermana con el latido de aquellos instantes que no retenemos y quedan afuera de nuestros graciosos y trágicos relatos.


Mekas ama el cine en su forma más pura y nos hace este regalo, apreciar, contemplar sin mayor ambición ni sesudez. Escuchar, compartir, sonreir.

Así como los tomos de Proust, podemos entrar a hurgar en cualquier parte de esta obra, sumergirnos en ese deambular de la caprichosa memoria.


Me ha conmovido enormemente esta película. Seguramente porque pone en duda lo que muchas veces entendemos por cine, y porque este tiempo ante la pantalla no se puede medir, como tampoco puede hacerse con cada una de nuestras vidas. Perecemos y no nos detenemos a ver lo realmente importante: la fragancia del sol sobre las cosas. La belleza breve de nuestra humanidad.


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