Jules et Jim



Jules et Jim (1962, Francois Truffaut)

Luego del revuelo que generó el debut de Francois Truffaut como realizador con "Les quatre cents coups" (1959) y continuando exitosamente con "Tirez sur le pianiste" (1960), el director se embarca en la adaptación de un libro de Henri-Pierre Roché.

Trata sobre la amistad de Jules (Oskar Werner) y Jim (Henri Serre) quienes a lo largo de sus vidas, atravesadas por la Primera Guerra Mundial, se enamoran de la misma mujer: Catherine (Jeanne Moreau).

Un detalle a tener en cuenta es que el argumento en sí está basado en hechos reales. El personaje de Catherine está inspirado en Helen Grunt, mujer alemana que al viajar a París conoció a Franz Hessel y a su amigo Henri-Pierre Roché, dos artistas de la literatura. Se casó con Franz mientras le era infiel con su amante Henri-Pierre Roché, autor del libro en el que se basa Truffaut. El 2011 Marie-Françoise Peteuil publica un libro (Helen Hessel: la mujer que amó a Jules y Jim) que relata esta historia con un punto de vista distinto.

Raoul Coutard quien fuera el responsable de la fotografía de varias obras de la nouvelle vague, aporta realismo y ligereza con el uso de mucha luz natural y una cámara que alterna entre la travesura y la serenidad. La música entrega también la intensidad necesaria para cargar de emotividad algunas situaciones, una partitura notable de Georges Delerue.

A pesar del título, acá todo gira en torno a Catherine, con una personalidad impulsiva, lúdica, impredecible que la hace muy atractiva, esa libertad se traduce también en su forma de amar, lo que genera dilemas que padecen estos racionales amigos que todo lo conversan. Es un trío amoroso, son los locos del pueblo y rozan la felicidad. Truffaut no juzga, sólo relata los hechos con cierto tono poético. Es una película juguetona, entretenida, moderna, a ratos parece un video ensayo, donde texto e imagen no necesariamente calzan. La imagen a veces se detiene en un juego con el espectador (de acá extrae la idea Scorsese para Goodfellas). Es un film único, irrepetible, que posee el aire rebelde y sensual de los 60s. Bellamente cinematográfico.

Nunca puedo olvidar la escena de la locomotora humeante, o aquella icónica carrera sobre el puente con Catherine haciendo trampa y con bigote. El vestido incendiándose dentro de la casa, Catherine lanzándose al río y ese final tan extraño como queriendo decir "Así es la vida".

Una de mis favoritas de Truffaut.



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